Han pasado cinco años desde que Juan Manuel de Prada publicaraEl séptimo velo, una novela con reminiscencias de Víctor Hugo, ambientada en España y Francia, con la Resistencia de por medio. ¿Por qué este parón en un escritor tan prolífico? Él mismo da la respuesta: “He perdido la ilusión por la literatura debido a la gran cantidad de bazofia [sic]que hay en las librerías”.
Durante el acto, que contó con la presencia entre otros del director de El Norte de Castilla, Carlos Aganzo, De Prada quiso dejar claro que Me hallará la muerte no es una novela política o histórica, a pesar de todos los apuntes y trasfondos socioculturales que encontramos en la obra. Lo que intenta es analizar cómo el mal se infiltra en nuestros días y en aquellos turbulentos años de la posguerra española, aunque imagina que muchos historiadores oportunistas aprovecharán su obra para hacer un uso inadecuado de ella porque “la División Azul es un tema que no se trata de una manera natural. Está envenenado ideológicamente”.
En ella nos presenta a Antonio Expósito, un ladrón de medio pelo que, tras forcejear con un hombre al que intenta robar, acaba matándolo. Asustado por la situación, abandona a Carmen, su compañera de aventuras y de cama y se alista como voluntario de la División Azul.
Una vez allí conoce a un divisionario que guarda un asombroso parecido con él. Ambos son hechos prisioneros y mandados a un gulag. Antonio logra sobrevivir, pero su doble no. De vuelta a España, decide adoptar la personalidad de su compañero y logra engañar a todo el mundo, incluida a la novia del fallecido. La obra cuenta con unos giros inesperados que no desvelaremos aquí, obviamente.
Fe y valor
De Prada quiso centrarse en esta etapa tan apasionante como desconocida de nuestra reciente historia para dejar claro que los más de 50.000 voluntarios españoles que fueron a luchar al frente del Este, se batieron con heroísmo, no fueron responsables de ningún episodio de limpieza étnica, puesto que se hallaban en la retaguardia, y que su objetivo no era la población civil rusa como mucha gente cree, sino contra el comunismo internacional y sus acólitos. Aunque todos los expedicionarios juraron lealtad al Führer, calificar a los miembros de la División Azul como nazis es, en palabras del autor, “como decir que un japonés es flamenco. Son dos conceptos antitéticos”.
A pesar de esta fidelidad ideológica, también hay cabida para la traición porque algunos de los divisionarios eran en realidad comunistas que deseaban ejercer de quintacolumnistas para pasar información al enemigo y así cumplir su deseo de luchar para el Ejército Rojo. “Muchos se quedaron allí a vivir. Ellos sabrán”, apostilla De Prada.
Hechos como estos están recogidos en una obra que le ha servido de inspiración a la hora de documentarse históricamente: Embajador en el infierno, de Torcuato Luca de Tena, que narra la historia del divisionario cántabro y Capitán de Infantería, Teodoro Palacios Cueto, apresado por los soviéticos tras la batalla de Krasny Bor, un episodio poco conocido que provocó la muerte de 2.000 españoles en esta localidad rusa el 10 de febrero de 1943.
Teodoro, al igual que el protagonista de De Prada, tuvo la gran fortuna de decir: “A mí no me halló la muerte en las llanuras rusas”. Si el lector quiere descubrir cómo estos dos héroes, cada uno a su manera, burlaron a la calavera fatídica, pueden hacerlo a través de estas 589 páginas que nos presenta uno de los mejores narradores de nuestro país.
Texto y foto: Carlos Santamaría