Todos tenemos madera de líder. Ésta es la impresión que nos podemos llevar si escuchamos hablar a Enrique Alcat, un experto en afrontar crisis de grandes empresas. Considera que lo primero que hay que hacer es pensar, saber cuál es el momento más adecuado para después marcar los objetivos que queremos alcanzar. Todo esto no servirá de nada si no tenemos en cuenta un término que fue el centro de todas sus argumentaciones: influencia. Para Alcat, hay que influir. Siempre. Y para aprender a influenciar es imprescindible formarse, ser siempre positivo, planificar, ser proactivo, no esperar a los demás, sino anticiparnos a las circunstancias. En definitiva, coger el toro por los cuernos. Sin embargo, no es conveniente demostrar todo lo que sabes. «Por muy bueno que seas en un tema, siempre habrá alguien que sea mejor que tú».

Otra de las claves para influenciar es obtener algo sin que otros pierdan. Por este motivo es recomendable decir la verdad siempre, sin importar las consecuencias. Ésta será nuestra mejor estrategia. La sinceridad se complementa si sabemos escuchar y preguntar, es decir, si investigamos y al hacerlo, forjamos y practicamos nuestra influencia y así conseguimos ser un referente, pero como cada persona es un mundo, el nivel de influencia depende de uno mismo, con lo cual se deben establecer unas prioridades para actuar.

MARCA PERSONAL

Una estrategia comunicativa será efectiva si se hace con cabeza, pero antes de que una idea llegue al cerebro, deberá haber pasado antes por el corazón. «La emoción consigue lo que el mensaje no alcanza», de tal manera que es mejor trabajar antes la faceta emocional antes que la intelectual porque «la actitud es más importante que los conocimientos». Todo esto no servirá de nada si nos olvidamos de trabajar la marca personal, nuestra carta de presentación, nuestro mensaje principal, eso que muchos llaman “la primera impresión”, independientemente del soporte en el que nos anunciemos. Si hemos logrado inspirar confianza, tendremos mucho ganado, pero si lo que queremos realmente es dejar huella será preciso ser humilde, creíble, coherente y preparado. «Caed siempre bien». Ésta es la principal moraleja porque sólo las buenas personas serán buenos periodistas y sólo los buenos periodistas serán recordados.

Carlos Santamaría